Share |

24 julio, 2010

2 comentarios:

  1. EL CUERPO AÚN: paseos (II Parte)

    ¿Qué es ese nuevo amor del que dispone el psicoanálisis?
    El psicoanálisis “este dispositivo en que lo real toca lo real”, dispositivo de un saber-hacer el pasaje de la palabra a lo escrito, que más allá de la castración y el goce fuera-cuerpo da acceso “en-corps” al otro goce.
    Dispositivo en el que la estructura se comprueba manejable hasta hacer accesible al sujeto el uso de la letra y del cuerpo: disponer del cuerpo que se tiene y del síntoma que se es.
    Dispositivo que libera la lalangue y la hace disponible para hacer el amor, como hacer la letra con estos signos bizarros inscritos sobre l’amur.
    Pero paseemos un poco Encore le corps, este texto de Roland Barthes empieza así: “Creo que es necesario empezar por decir que hay efectivamente muchos cuerpos. Es un objeto que parece muy simple, muy objetivo, muy físico el cuerpo humano, todo el mundo piensa que se puede estar de acuerdo sobre esto- mientras que en realidad nos damos cuenta que las disciplinas, las ciencias extremadamente diversas son aptas para tomar a su cargo un cierto cuerpo humano, y que estos cuerpos, yo diría que tienen muchos problemas para comunicarse entre ellos”.(3)
    Nada nuevo, si no se contempla su afirmación conclusiva: “Pero este orden de sutileza, todo este dominio inmenso de intersubjetividad del cuerpo, evidentemente no es la ciencia quien puede alcanzarlo, percibirlo: sin duda, en parte el psicoanálisis, es la única ciencia psicológica que actualmente se ha ocupado verdaderamente del cuerpo. Pero de este mundo de la sutileza y de la fragilidad del cuerpo humano, para mí, sólo la literatura puede verdaderamente dar cuenta”(4).
    Esto parece una baza renovada que ha jugado Barthes a la literatura. Es pues de esto que da cuenta en “El Placer del Texto” y “Fragmentos de un discurso amoroso”: desarrollando ahí seriamente cómo lo que hace el texto y lo que hace el amor es lalangue.
    “A lo largo de la vida amorosa, las figuras surgen en la cabeza del sujeto enamorado sin ningún orden pues ellas dependen en todo momento del azar (interior y exterior). En cada uno de estos incidentes (que le caen encima) el enamorado extrae de la reserva (el tesoro?) figuras según las necesidades, las exigencias o los placeres de su imaginario. Cada figura eclosiona, vibra sola como un sonido desprendido de toda melodía o se repite hasta la saciedad como el motivo de una música plana”.
    Ninguna lógica articula las figuras ni determina su contigüidad: las figuras son fuera del sintagma, fuera del relato, son Erínias: se agitan, se enfrentan, se apaciguan, vuelven, se alejan sin otro orden que el vuelo de un mosquito. El dis-cursus amoroso no es dialéctico”(5).
    Gracias al término griego poiêsis se sabe que hay un hacer en el saber de lalengua.
    Gracias al amor cortés se sabe que no hay necesidad de tocar a la mujer para hacerle el amor con las palabras.
    Lalangue inscrita en los pliegues del cuerpo donde se agarra (se hace tinta) (s'ancre,s'encre) “El péndulo viviente que ha descendido del sonido hacia el sentido mismo que se propone a vuestro espíritu no encontraba otra salida, otra expresión, otra respuesta que esta música misma que lo ha hecho nacer” como bien dice Paul Valéry (6).

    ResponderEliminar

Compatir