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20 julio, 2010

5 comentarios:

  1. Daniel Arasse approche les œuvres sous l'angle de la jubilation. Il "parle" aux œuvres comme si c'étaient des personnes, pour qu'elles osent affirmer leurs secrètes passions. Forts de son époustouflante lecture de La Vénus d'Urbin d'après Manet qui en fait une Bella se masturbant, nous proposons de revoir l'histoire du Nu d'après les photographies d'Enna Chaton et de Paul-Armand Gette. Gette et Chaton poursuivent la volonté d'Arasse de "dévoiler le regard" du spectateur et du lecteur, pour nous faire voir le corps aimé/aimant différemment. Le nu considéré comme déni, fiction ou indifférence est pensé par nos artistes, comme une Rencontre qui transforme la puissance du Nu en une présence des corps. Les mascarades tombées, il s'agit plus de penser le nu comme circulation que comme exhibition. Il faut apprendre à voir pour apprendre à aimer, parce qu'"Aimer, c'est d'abord voir" !

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  2. “Tu cuerpo me gustó mientras duró esa posibilidad de tenerte de otra manera, esa que era la de ser tu amante”

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  3. “cuando uno busca un cuerpo real casi nunca lo encuentra, y de pronto un cuerpo te encuentra cuando menos lo buscabas, cuando ya no era real lo que pensabas”

    CZ

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  4. el cuerpo herido
    el cuerpo en gloria
    el cuerpo monstruoso
    el cuerpo desaparecido
    el cuerpo erótico
    el cuerpo en mil pedazos
    el cuerpo del arte

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  5. Doctor Stanley Polarbip21 de julio de 2010, 11:07

    El arte del cuerpo en la era de su infinita perfectibilidad técnica

    UNO. Hubo una época en que el arte, la política y la ética orientaban la imaginación humana. Sucedió en el siglo XIX, cuando ni siquiera los frutos asombrosos ofrecidos por la ciencia y la técnica opacaban ese esplendor de las ideas. El arte nunca dejó de intimar con los paisajes tecnológicos: de la crítica “naturalista” a los efectos de la revolución industrial al encandilamiento con las potencias fáusticas de la técnica, según les sucedió a los futuristas hace cien años. Luego, la bomba atómica y la guerra fría fueron acontecimientos históricos auscultados por el arte, como hoy también lo son la informática o la biotecnología. Pero el tablero donde sucedían estos desplazamientos está trastrocado. Se ha invertido la ecuación del siglo XIX, y ahora la ciencia y la técnica proponen una imagen verosímil –y deseada– del mundo, en tanto la política y el arte ejercen únicamente funciones de retaguardia. Este cambio de “orientadores” de la imaginación humana acompaña a transformaciones de la subjetividad iniciadas hace cuarenta años. El ciclo de época que comenzó en la década del sesenta ha promueve procesos de hedonización en ámbitos que cubren las políticas públicas y los decorados urbanos, los consumos asociados al entretenimiento y la auto-comprensión del cuerpo. La creciente y acuciante demanda de placeres es consigna de época, y numerosas industrias especificas comenzaron a abastecer esa necesidad, en el mismo momento en que las innovaciones científico-técnicos en biología y farmacéutica se acoplaban entre sí y se proponían como la panacea de la felicidad humana de cara al futuro. Parecía que los padecimientos del cuerpo humano iban a ser redimidos al fin, porque los anteriores proyectos de “reducción” del sufrimiento subjetivo (ilustración, psicoanálisis y existencialismo) fueron menguando su capacidad de sostén del cuerpo sufriente en sociedades cada vez más tecnificadas y que descargan sobre el cuerpo exigencias similares a la que se reserva para las máquinas. Hacia fines del siglo XX la necesidad de amortiguación técnica del sufrimiento se acentuó, y el cuerpo devino en campo de modelación para una subjetividad que sueña con salir indemne de su paso por la existencia. Placer, políticas de la vida y técnica constituyen hoy las piezas de una maquina social que aún no acaba de ensamblarse del todo. Curiosamente, la exigencia de “acolchonamiento subjetivo” ante la intemperie del mundo está promoviendo el despliegue del género pornográfico como incentivador de imágenes idílicas, de felicidad intersubjetiva. La pornografía ya es el género artístico de las multitudes, aunque consumida indirectamente. Se diría que es el género sintomal de la actualidad. Pero restaría pensar la cuestión de la dignidad del cuerpo en un mundo técnico.

    Christian Ferrer

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