Picasso llegó a Paris sin haber cumplido todavía los 20 años, y sus comienzos en la Meca del Arte del momento no fueron sencillos. Sólo y sin demasiado dinero, el joven genio vagabundeaba por la capital francesa inmerso en el ambiente bohemio de la noche parisina. Pobres, prostitutas, alcohólicos… Picasso comienza a representar el mundo en el que se veía inmerso con un peculiar estilo de fantasmales figuras alargadas y pálidas, situadas en un melancólico universo de tonos azules. Es el comienzo de lo que vendría a llamar el “Periodo Azul” del artista. Este autorretrato de ese mismo año no fue el primero que Picasso realizó de si mismo, pero sí es una de las primeras obras del Periodo Azul. La obra fue pintada poco después del suicidio de su amigo Casagemas, cuando aún Picasso era un desconocido abriéndose paso en el inmenso Paris. La calma y serenidad que transfiere la figura del retratado, la austeridad de la obra, junto a su aspecto descuidado y su mostacho de joven bohemio, nos transfiere la imagen de un artista valiente y decidido, dispuesto a encontrar su propio camino pese a todas las dificultades que la vida pueda poner en él.
Beckmann es una de las figures claves de la pintura europea de comienzos del siglo XX. Aunque a menudo es considerado “expresionista”, nunca se sintió identificado con el movimiento, pese a que compartió con varios de sus miembros el “honor” de ser considerado “artista degenerado” por los nazis. Es, por el contrario, una de las máximas figuras de la llamada Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad). Beckmann renegaba de la abstracción naciente, y consideraba que la pintura debía seguir la senda de lo figurativo. Al contrario que muchos miembros de las vanguardias, era estudioso y admirador de maestros anteriores, desde Rembrandt hasta Cezanne. Precisamente la influencia del primero de ellos es visible en sus autorretratos Aunque el nombre de Beckmann puede no resultar tan conocido para el gran público como el de otros maestros del siglo XX, lo cierto es que es sin duda uno de los grandes maestros del autorretrato de todos los tiempos. El mercado del Arte, al menos, ya lo ha reconocido: uno de sus autorretratos superó los 22 millones de dólares en una subasta de Sotheby's hace apenas 4 años.
En una de sus últimas entrevistas, el irlandés Francis Bacon declaró: “nunca he pretendido que mi obra resulte perturbadora ”. Tal vez no, pero lo cierto es que las desgarradoras figuras de Bacon –incluidos sus autorretratos- no pueden dejar indiferente a nadie. Máximo exponente –junto a Lucian Freud- de la llamada “Escuela de Londres”, la pintura de Bacon se revela contra todos los cánones de la pintura anterior, no sólo en lo relacionado con la belleza, sino también contra la abstracción del expresionismo abstracto dominante en la época.
Hay algo “goyesco”, algo del Goya de los “desastres” y las “pinturas negras” en los autorretratos de Bacon, al igual que muchas de sus pinturas más polémicas, como los retratos de Papas o los estudios sobre la figura de su amigo Georges Dyer. Los trazos deformados, brutales de estas pinturas reflejan en parte el pensamiento de Bacon, “ el hombre comprende hoy que es un accidente, que es un ser absolutamente fútil, que tiene que jugar hasta el final sin motivo…”
.Muerto a los 27 años de edad, tras una frenética vida protagonizada por sus feroces graffitis , sus múltiples problemas causados por su adicción a las drogas –que posteriormente causarían su temprana muerte- y su problemática amistad con el también polémico Andy Warhol, Basquiat se convirtió no sólo en uno de los más importantes artistas de la segunda mitad del pasado siglo, sino también en un icono trágico en el mundo del Arte contemporáneo. Este brutal autorretrato es un claro ejemplo del feroz y rabioso estilo de Basquiat, inspirado en múltiples referencias, tales como artistas contemporáneos como Picasso o Pollock, la música jazz , e incluso quizás el abuso de la heroína. El artista se representa como una figura tosca y bruta que, más que a la imagen de un artista contemporáneo, nos hace pensar en aquellas estatuillas de ídolos del África primitiva.
Autorretrato Nº 82
ResponderEliminarPicasso llegó a Paris sin haber cumplido todavía los 20 años, y sus comienzos en la Meca del Arte del momento no fueron sencillos. Sólo y sin demasiado dinero, el joven genio vagabundeaba por la capital francesa inmerso en el ambiente bohemio de la noche parisina. Pobres, prostitutas, alcohólicos… Picasso comienza a representar el mundo en el que se veía inmerso con un peculiar estilo de fantasmales figuras alargadas y pálidas, situadas en un melancólico universo de tonos azules. Es el comienzo de lo que vendría a llamar el “Periodo Azul” del artista.
Este autorretrato de ese mismo año no fue el primero que Picasso realizó de si mismo, pero sí es una de las primeras obras del Periodo Azul. La obra fue pintada poco después del suicidio de su amigo Casagemas, cuando aún Picasso era un desconocido abriéndose paso en el inmenso Paris. La calma y serenidad que transfiere la figura del retratado, la austeridad de la obra, junto a su aspecto descuidado y su mostacho de joven bohemio, nos transfiere la imagen de un artista valiente y decidido, dispuesto a encontrar su propio camino pese a todas las dificultades que la vida pueda poner en él.
Beckmann es una de las figures claves de la pintura europea de comienzos del siglo XX. Aunque a menudo es considerado “expresionista”, nunca se sintió identificado con el movimiento, pese a que compartió con varios de sus miembros el “honor” de ser considerado “artista degenerado” por los nazis. Es, por el contrario, una de las máximas figuras de la llamada Neue Sachlichkeit (Nueva Objetividad). Beckmann renegaba de la abstracción naciente, y consideraba que la pintura debía seguir la senda de lo figurativo. Al contrario que muchos miembros de las vanguardias, era estudioso y admirador de maestros anteriores, desde Rembrandt hasta Cezanne. Precisamente la influencia del primero de ellos es visible en sus autorretratos
ResponderEliminarAunque el nombre de Beckmann puede no resultar tan conocido para el gran público como el de otros maestros del siglo XX, lo cierto es que es sin duda uno de los grandes maestros del autorretrato de todos los tiempos. El mercado del Arte, al menos, ya lo ha reconocido: uno de sus autorretratos superó los 22 millones de dólares en una subasta de Sotheby's hace apenas 4 años.
En una de sus últimas entrevistas, el irlandés Francis Bacon declaró: “nunca he pretendido que mi obra resulte perturbadora ”. Tal vez no, pero lo cierto es que las desgarradoras figuras de Bacon –incluidos sus autorretratos- no pueden dejar indiferente a nadie. Máximo exponente –junto a Lucian Freud- de la llamada “Escuela de Londres”, la pintura de Bacon se revela contra todos los cánones de la pintura anterior, no sólo en lo relacionado con la belleza, sino también contra la abstracción del expresionismo abstracto dominante en la época.
ResponderEliminarHay algo “goyesco”, algo del Goya de los “desastres” y las “pinturas negras” en los autorretratos de Bacon, al igual que muchas de sus pinturas más polémicas, como los retratos de Papas o los estudios sobre la figura de su amigo Georges Dyer. Los trazos deformados, brutales de estas pinturas reflejan en parte el pensamiento de Bacon, “ el hombre comprende hoy que es un accidente, que es un ser absolutamente fútil, que tiene que jugar hasta el final sin motivo…”
.Muerto a los 27 años de edad, tras una frenética vida protagonizada por sus feroces graffitis , sus múltiples problemas causados por su adicción a las drogas –que posteriormente causarían su temprana muerte- y su problemática amistad con el también polémico Andy Warhol, Basquiat se convirtió no sólo en uno de los más importantes artistas de la segunda mitad del pasado siglo, sino también en un icono trágico en el mundo del Arte contemporáneo.
ResponderEliminarEste brutal autorretrato es un claro ejemplo del feroz y rabioso estilo de Basquiat, inspirado en múltiples referencias, tales como artistas contemporáneos como Picasso o Pollock, la música jazz , e incluso quizás el abuso de la heroína. El artista se representa como una figura tosca y bruta que, más que a la imagen de un artista contemporáneo, nos hace pensar en aquellas estatuillas de ídolos del África primitiva.