Autorretrato de RAFAEL PÉREZ ESTRADA ..... Me llamo Rafael, como yo, me gusta el nombre y me paso en ocasiones horas vocalizándolo, los demás datos son fáciles de recordar, ayer rellené el censo, tengo treinta y pocos años, soy abogado como tantos, estudié Derecho en Granada y no hice de mentira, ningún curso monográfico en ninguna universidad extranjera. En mi casa, conforme al censo, soy `persona principal´ y en telégrafos, normalmente, el `imponente´. Durante años pinté, hasta que supe que Bacon tampoco lo hacía mal. Mil novecientos cincuenta y nueve lo pasé en Madrid, trabajé en Radio Juventud con el maestro Alberto Blancaflor, en un espacio musical. Él seleccionaba los discos, yo apartaba los que hacían cric-crac, supongo que Blancafore me habrá olvidado, lo siento. Ese año hice publicidad, carteles, ilustraciones. Tuve que volver a Málaga a causa de un terrible dolor de muelas y me dediqué al ejercicio de la profesión y a las otras muelas. En 1965 me casé, con el matrimonio me ocurrió igual que con la pintura, lo dejé. En Málaga, a veces me aburro, entonces invento Málaga, en vez de ir y volver al despacho por la calle de siempre, cambio de calle. Con frecuencia me deprimo, tengo bajo el ego y por mucho que tire de él no puedo colocarlo en su sitio, lo he intentado todo, podría dar una conferencia sobre sicofármacos y ansiolíticos, ahora pienso ensayar algo que me recomendó un amigo, así que mañana, automáticamente, el despertador conectará con el magnetófono y hasta lavarme los dientes, viviré en aplausos y olor de multitudes. Creo que dará resultado. He publicado cinco libros, todos en ediciones de bibliófilo, la verdad, espero una oportunidad, pero no me parece serio sentarme a pedirla a la puerta de los mandarines, porque ya lo he hecho. Prefiero los libros que aun no he escrito o no he publicado, sobre todo sus títulos: Informe; Edipo aceptado, los sueños; Jardín de Sebastián, para esta casa el nombre; Andrógino, suite, sacramentalmente blue; y más.
Sigo escribiendo, porque en esto aún no he descubierto aun a Picasso.
Soy un disfraz que quiere ocultarse tras la sorna del anónimo: Nunca quise ser una voz que sube como la marea para representar a nada ni nadie, y prefiero que mis pasos elijan el silencio. Me gusta ser isla, un entraña rodeada de mar, de restos de volcanes y vientos húmedos. No hay nadie más, sólo un surtido de palabras que incendian los sentidos hasta hacerlos cenizas, porque si no escribo seré un cadáver que respira. Mi camino es una intersección donde se entrelazan espectros de luces y sombras que rebosan repugnancia. Será porque la vida, o mi actitud ante la vida (vaya usted a saber que fue lo primero), me convirtieron en paria apartado incluso de los que me definen, cuando me cansé de remar entre tanta corriente absurda y decidí hacerle un buen corte de manga a esta burda existencia.
Autorretrato Nº 67
ResponderEliminarAutorretrato de RAFAEL PÉREZ ESTRADA
.....
Me llamo Rafael, como yo, me gusta el nombre y me paso en ocasiones horas vocalizándolo, los demás datos son fáciles de recordar, ayer rellené el censo, tengo treinta y pocos años, soy abogado como tantos, estudié Derecho en Granada y no hice de mentira, ningún curso monográfico en ninguna universidad extranjera. En mi casa, conforme al censo, soy `persona principal´ y en telégrafos, normalmente, el `imponente´.
Durante años pinté, hasta que supe que Bacon tampoco lo hacía mal. Mil novecientos cincuenta y nueve lo pasé en Madrid, trabajé en Radio Juventud con el maestro Alberto Blancaflor, en un espacio musical. Él seleccionaba los discos, yo apartaba los que hacían cric-crac, supongo que Blancafore me habrá olvidado, lo siento. Ese año hice publicidad, carteles, ilustraciones. Tuve que volver a Málaga a causa de un terrible dolor de muelas y me dediqué al ejercicio de la profesión y a las otras muelas.
En 1965 me casé, con el matrimonio me ocurrió igual que con la pintura, lo dejé.
En Málaga, a veces me aburro, entonces invento Málaga, en vez de ir y volver al despacho por la calle de siempre, cambio de calle. Con frecuencia me deprimo, tengo bajo el ego y por mucho que tire de él no puedo colocarlo en su sitio, lo he intentado todo, podría dar una conferencia sobre sicofármacos y ansiolíticos, ahora pienso ensayar algo que me recomendó un amigo, así que mañana, automáticamente, el despertador conectará con el magnetófono y hasta lavarme los dientes, viviré en aplausos y olor de multitudes. Creo que dará resultado.
He publicado cinco libros, todos en ediciones de bibliófilo, la verdad, espero una oportunidad, pero no me parece serio sentarme a pedirla a la puerta de los mandarines, porque ya lo he hecho.
Prefiero los libros que aun no he escrito o no he publicado, sobre todo sus títulos: Informe; Edipo aceptado, los sueños; Jardín de Sebastián, para esta casa el nombre; Andrógino, suite, sacramentalmente blue; y más.
Sigo escribiendo, porque en esto aún no he descubierto aun a Picasso.
AUTORRETRATO
ResponderEliminarSoy un disfraz
que quiere ocultarse
tras la sorna del anónimo:
Nunca quise ser
una voz que sube
como la marea
para representar
a nada ni nadie,
y prefiero que mis pasos
elijan el silencio.
Me gusta ser isla,
un entraña rodeada de mar,
de restos de volcanes
y vientos húmedos.
No hay nadie más,
sólo un surtido de palabras
que incendian los sentidos
hasta hacerlos cenizas,
porque si no escribo
seré un cadáver que respira.
Mi camino es una intersección
donde se entrelazan
espectros de luces y sombras
que rebosan repugnancia.
Será porque la vida,
o mi actitud ante la vida
(vaya usted a saber
que fue lo primero),
me convirtieron en paria
apartado incluso
de los que me definen,
cuando me cansé de remar
entre tanta corriente absurda
y decidí hacerle
un buen corte de manga
a esta burda existencia.
Publicado por Pacogor y Patty