Fran aparece aquí mal representada, su imagen, su figura, es una apariencia tal como lo son las imágenes de una publicidad en alguna revista de moda, simulacro, cosmética que oculta lo esencial: la persona que está detrás de esa mirada aparentemente segura. No cabe ninguna duda que Fran es bellísima
Fran estaba en la barra del bar, sola. Su figura destacaba sobre el resto, alta, delgada, un vestido amarillo ceñido a un cuerpo de una perfección perturbadora. Me acerqué a ella, me puse a su lado, yo estaba hablando por mi celular en francés y le pedí un vodka a la chica que atendía. Noté que Fran estaba con la vista en la nada, hacia en el vacío. Corté mi llamada y le hablé a ella: Puedo hacerte una pregunta? Le dije, con una soltura de cuerpo que hasta yo mismo me sorprendí. Me miró distraída, pasaron unos segundos y dijo, claro, pregunta lo que quieras, de todas formas no estoy obligada a responder.
¿Qué es la felicidad para ti? O si tuvieras que definirla en pocas palabras cual sería esta?
En los instantes inmediatos a mi pregunta, pasaron varias cosas increíbles. Previo a otros cuatro o cinco segundos de pausa, Fran me miró y sus ojos estaban rojos e inundados de lagrimas que no alcanzaron a escurrir por sus mejillas, se puso suavemente una gran servilleta en sus ojos humectando todo el fluido lagrimal y luego me dijo: la felicidad es una promesa linda que uno lleva dentro y a donde tu vayas esa promesa esta contigo. Luego con el tiempo supongo que todo se transforma en anhelos y finalmente un buen día descubres que ya no hay nada, no hay promesa alguna. Algo así fue lo que me explicó Fran. Y punto a la línea y acto seguido me dice: Ahora yo te quiero pedir algo. Por supuesto, contesté con una voz de entusiasmo que se notó demasiado. Me dijo: quiero que me cuentes una historia.
Y claro, que mejor, le conté la historia de la oveja Selma y su relato de la felicidad. Fran quedó encantada, su carita cambió del cielo a la tierra. Creo que en ese momento nos hicimos amigos. Otra mas, ahora cuéntame una historia tuya, vivida por ti.
Le he contado mi historia de amor y desamor. De mi separación. Le hablé de la mujer de la cual estoy aún tan enamorado y que fue en esas circunstancias que un buen día me dejo diciéndome, “ya no te quiero”. Y he tratado de explicar un dolor que nunca antes había experimentado y le he dicho que yo me declaraba un cobarde a estas alturas por no saber afrontar mi drama como correspondía. Le dije que literalmente había enloquecido de dolor por esa mujer. Todo esto lo he contado con el dramatismo necesario que debe ornamentarse una historia de este calibre.
Pero no olvidemos que este es el retrato de Fran y yo sentí que en el transcurso de mi historia ella fue sintiendo una necesidad de hablar. Me interrumpió algunas veces para poner en paralelo cosas que a ella le estaban pasando. Entonces, finalmente yo acoté mi relato y le dije; Fran al parecer estamos un poco en las mismas, tu te traes una pena que no te aguantas, cuéntame que te pasa. No quiso hacerlo y me prometió que en otra oportunidad lo haría, que ahora estaba agotada, eran ya como las tres de la madrugada de un sábado. Me pidió mi número y me dijo que me llamaría sin falta apenas pudiera y tuviera un tiempo, que lo único que mas necesitaba era charlar, conversar conmigo, así me dijo. En fin. Nos volvimos a ver tres días después, me pasó a buscar al departamento, me llamó y me dijo te estoy esperando, no quiso subir, entonces me apuré ,baje volando, y nos fuimos a cenar.
Fran trabaja en el mundo de los eventos de “Haut couture”, es modelo y se la pasa viajando, me dijo que su edad “fluctuaba”(esto es divertido), entre los 25 y 28 años, que estaba casada con un hombre del cual se había enamorado perdidamente. De esto hace ya un par de años. Hoy casi no se hablan. Ella descubrió muy pronto que su marido se acostaba todo el tiempo con otras mujeres y cuando quiso conversar con él, en varias oportunidades, él se transformaba en un energúmeno. Fran estaba sumida en una desdicha y desilusión muy fuerte. Hasta que punto, me decía Fran, una es ciega cuando está enamorada. Ahora que miro hacia atrás me doy cuenta que jamás hablábamos de nada, nunca conversábamos, el siempre estaba ocupado con sus negocios, sus amigos, la televisión, el deporte, pero fundamentalmente su trabajo. Así y todo, daba lo mismo, ahora pienso que si hubiéramos tenido tiempo para los dos, tampoco habríamos hablado. Me enamoré de un imbécil, y lo peor es que aún lo quiero. A pesar de todo, lo amo, como es posible una cosa así, te das cuenta A, me decía Fran, conteniendo sus lagrimas una y otra vez.
La tercera vez que nos vimos con Fran fue en mi departamento dos días después de la cena, era un jueves si mal no recuerdo. Me llamó tarde, y me dijo, tengo una botella de vino que es un lujo, puedo pasar a verte? Claro Fran, pero que linda sorpresa, le dije, te espero. Y me he puesto tan nervioso, en esos quince minutos de espera debo haber pensado en no se cuantas formas de decir algo. En fin, Fran llegó mas linda que nunca.
Ahí estaba Fran cuando abrí la puerta, no lo podía creer, que mujer más hermosa, mas guapa, en mi vida… Me entregó la botella y fui a buscar el sacacorchos a la cocina, ella me siguió, conversamos de nada, me dijo que su marido no estaba en el país. Yo destapé la botella, la dejé a un lado, iba a tomar unas copas del mueble y Fran con su rostro muy encima mío, me toma por el cuello y la cintura y me besa. Nos besamos pegados contra el muro de la cocina durante un minuto más o menos, fue delicioso, esa es la palabra. Y luego Fran me dice, de un modo risueño: ahora, primero, nos tomamos la botella.
Retrato Nº 43
ResponderEliminarFran
aparece aquí mal representada,
su imagen, su figura,
es una apariencia
tal como lo son las
imágenes de una publicidad
en alguna revista de moda,
simulacro,
cosmética que oculta
lo esencial:
la persona que está
detrás de esa mirada
aparentemente
segura.
No cabe ninguna duda
que Fran es bellísima
Fran estaba en la barra del bar, sola. Su figura destacaba sobre el resto, alta, delgada, un vestido amarillo ceñido a un cuerpo de una perfección perturbadora. Me acerqué a ella, me puse a su lado, yo estaba hablando por mi celular en francés y le pedí un vodka a la chica que atendía. Noté que Fran estaba con la vista en la nada, hacia en el vacío. Corté mi llamada y le hablé a ella: Puedo hacerte una pregunta? Le dije, con una soltura de cuerpo que hasta yo mismo me sorprendí. Me miró distraída, pasaron unos segundos y dijo, claro, pregunta lo que quieras, de todas formas no estoy obligada a responder.
ResponderEliminar¿Qué es la felicidad para ti? O si tuvieras que definirla en pocas palabras cual sería esta?
ResponderEliminarEn los instantes inmediatos a mi pregunta, pasaron varias cosas increíbles. Previo a otros cuatro o cinco segundos de pausa, Fran me miró y sus ojos estaban rojos e inundados de lagrimas que no alcanzaron a escurrir por sus mejillas, se puso suavemente una gran servilleta en sus ojos humectando todo el fluido lagrimal y luego me dijo: la felicidad es una promesa linda que uno lleva dentro y a donde tu vayas esa promesa esta contigo. Luego con el tiempo supongo que todo se transforma en anhelos y finalmente un buen día descubres que ya no hay nada, no hay promesa alguna. Algo así fue lo que me explicó Fran. Y punto a la línea y acto seguido me dice: Ahora yo te quiero pedir algo. Por supuesto, contesté con una voz de entusiasmo que se notó demasiado. Me dijo: quiero que me cuentes una historia.
Y claro, que mejor, le conté la historia de la oveja Selma y su relato de la felicidad. Fran quedó encantada, su carita cambió del cielo a la tierra. Creo que en ese momento nos hicimos amigos.
ResponderEliminarOtra mas, ahora cuéntame una historia tuya, vivida por ti.
Le he contado mi historia de amor y desamor. De mi separación. Le hablé de la mujer de la cual estoy aún tan enamorado y que fue en esas circunstancias que un buen día me dejo diciéndome, “ya no te quiero”. Y he tratado de explicar un dolor que nunca antes había experimentado y le he dicho que yo me declaraba un cobarde a estas alturas por no saber afrontar mi drama como correspondía. Le dije que literalmente había enloquecido de dolor por esa mujer. Todo esto lo he contado con el dramatismo necesario que debe ornamentarse una historia de este calibre.
ResponderEliminarPero no olvidemos que este es el retrato de Fran y yo sentí que en el transcurso de mi historia ella fue sintiendo una necesidad de hablar. Me interrumpió algunas veces para poner en paralelo cosas que a ella le estaban pasando. Entonces, finalmente yo acoté mi relato y le dije; Fran al parecer estamos un poco en las mismas, tu te traes una pena que no te aguantas, cuéntame que te pasa.
ResponderEliminarNo quiso hacerlo y me prometió que en otra oportunidad lo haría, que ahora estaba agotada, eran ya como las tres de la madrugada de un sábado. Me pidió mi número y me dijo que me llamaría sin falta apenas pudiera y tuviera un tiempo, que lo único que mas necesitaba era charlar, conversar conmigo, así me dijo. En fin. Nos volvimos a ver tres días después, me pasó a buscar al departamento, me llamó y me dijo te estoy esperando, no quiso subir, entonces me apuré ,baje volando, y nos fuimos a cenar.
Fran trabaja en el mundo de los eventos de “Haut couture”, es modelo y se la pasa viajando, me dijo que su edad “fluctuaba”(esto es divertido), entre los 25 y 28 años, que estaba casada con un hombre del cual se había enamorado perdidamente. De esto hace ya un par de años. Hoy casi no se hablan. Ella descubrió muy pronto que su marido se acostaba todo el tiempo con otras mujeres y cuando quiso conversar con él, en varias oportunidades, él se transformaba en un energúmeno. Fran estaba sumida en una desdicha y desilusión muy fuerte. Hasta que punto, me decía Fran, una es ciega cuando está enamorada. Ahora que miro hacia atrás me doy cuenta que jamás hablábamos de nada, nunca conversábamos, el siempre estaba ocupado con sus negocios, sus amigos, la televisión, el deporte, pero fundamentalmente su trabajo. Así y todo, daba lo mismo, ahora pienso que si hubiéramos tenido tiempo para los dos, tampoco habríamos hablado. Me enamoré de un imbécil, y lo peor es que aún lo quiero. A pesar de todo, lo amo, como es posible una cosa así, te das cuenta A, me decía Fran, conteniendo sus lagrimas una y otra vez.
ResponderEliminarLa tercera vez que nos vimos con Fran fue en mi departamento dos días después de la cena, era un jueves si mal no recuerdo. Me llamó tarde, y me dijo, tengo una botella de vino que es un lujo, puedo pasar a verte? Claro Fran, pero que linda sorpresa, le dije, te espero. Y me he puesto tan nervioso, en esos quince minutos de espera debo haber pensado en no se cuantas formas de decir algo. En fin, Fran llegó mas linda que nunca.
ResponderEliminarAhí estaba Fran cuando abrí la puerta, no lo podía creer, que mujer más hermosa, mas guapa, en mi vida… Me entregó la botella y fui a buscar el sacacorchos a la cocina, ella me siguió, conversamos de nada, me dijo que su marido no estaba en el país. Yo destapé la botella, la dejé a un lado, iba a tomar unas copas del mueble y Fran con su rostro muy encima mío, me toma por el cuello y la cintura y me besa. Nos besamos pegados contra el muro de la cocina durante un minuto más o menos, fue delicioso, esa es la palabra. Y luego Fran me dice, de un modo risueño: ahora, primero, nos tomamos la botella.
ResponderEliminaroh, i like tihs one!
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