“ El Autodidacta”, es el artista que se ha instruido por si solo, y que va a intentar comprender, descifrar e informar sobre el mundo y sus realidades múltiples que la conforman. La traducción personal que realiza el artista autodidacta será desde ya compleja y problemática en su pretensión de querer abarcarlo todo, porque su posición está invertida con respecto de la norma artística académica. El autodidacta no busca un nuevo sentido ni para la pintura, ni para su obra, lo que él busca, modestamente, es re-significar, lo real de una pintura o un dibujo, a través de la inconmensurable proliferación de imágenes existentes, que se desprenden de una confusa realidad.
Sobre la obra. (Trabajos de los últimos siete años).
Se trata de una realización compuesta de innumerables partes, las que en su totalidad conforman una sola obra, una sola pintura. La proposición en el espacio donde se suscita el trabajo, su montaje, es la de una pintura fragmentada que articula, al menos, dos posibles miradas: desde lejos, la visión de un solo cuerpo de trabajo, una suerte de composición abstracta de gran envergadura que confirma el hecho de que toda pintura puede ser, a través de su extensa maleabilidad, un objeto plástico. Desde cerca, el detalle, por una parte, la constatación de la materialidad de cada uno de los fragmentos, y por otra, los innumerables dibujos y pequeñas pinturas que informan sobre realidades diversas, las que en su mayoría apuntan a re-significar, lo real de una pintura o un dibujo, en contrapartida a la inconmensurable proliferación de imágenes existentes.
El arte contemporáneo es en sus términos un arte del presente. Su profunda originalidad es de no pensarse en la línea de una cronología que opone lo antiguo y lo moderno, en una visión progresista, sino que considerar eso que hace acto de arte, aquí y ahora. En este contexto, la fotografía las prácticas de instalación, la perfomance, aproximan muy de cerca esta instantaneidad, esta contemporaneidad entre el acto artístico, su público y la sociedad en la cual se produce. En este tiempo real, el lugar de la pintura es difícil a determinar y a falta de ser pensada, ella es a menudo tratada aparte, sea como un arcaísmo, un plano de fondo, sea como un espacio autónomo y visionario, un horizonte. Esta separación se sostiene por una parte debido a que la pintura tiene siempre un pasado, ella es abiertamente o implícitamente parte de una historia abundante. Por otra parte, en sus “técnicas”, la pintura no es jamás a propósito de un objeto o de un sujeto real, sino que de una abstracción de ese sujeto o de este objeto que se desvanece en el pigmento o en el color. En la masa taciturna de una pintura que acampa sobre sus posiciones tradicionales y reivindica su saber-hacer al diapasón de un discurso demagógico denigrando la diversidad de otras practicas algunos pintores se han despegado. Practicando una pintura abierta y múltiple, ellos juegan un rol activo en la comprensión ensanchada de una contemporaneidad que se apoya a menudo restrictivamente sobre una relectura ideológica de la obra de Marcel Duchamp, para fantasmear la escena primitiva del arte contemporáneo como un ready-made generalizado, celebrando neciamente la “muerte de la pintura”.
Pivoteando en torno al eje del presente, la pintura es simultáneamente plano de fondo y horizonte, diferido ligero o anticipación que permite precisamente organizar y evaluar el transcurso difuso del tiempo contemporáneo. Las mas bellas horas de Marie-Claire Mitout, dos series de 365 pinturas, comparan dos años durante los cuales la artista ha pintado, cada día “ el mejor momento de la vigilia” : una palabra, una idea, un color, un lugar, un encuentro. No se trata de un diario como aquel de Nan Goldin, constatación fotográfica de lo que ha sido, sino que de una fotografía mental del presente, tejido de impresiones y de promesas, una trama fluctuante de instantes organizados por el deseo o el pensamiento donde la pintura es el único modo de visibilidad posible; contracampo del realismo exterior, ella organiza y compone el espacio de un realismo interior.
La pintura genérica transgrede todas las funciones o sentidos definidos que limitan su pluralidad en el marco de una ley o de una regla externa al género. En los grandes mapas de Boetti, la representación de los territorios se estructura por el cuadro (que organiza el espacio) y en el color que permite al poder, a través de su bandera, acceder a la visibilidad. Pero la pintura en su gratuidad, sugiere también que todo esto no es “nada”, un juego de colores arbitrarios; es por esto que Boetti inscribe los colores de las banderas en cortes mas o menos exiguos de los países, donde las formas y las fronteras son precisamente la consecuencia de un corte factual cuya legitimidad es la conquista y la razón última, la fuerza. Develando lo arbitrario de toda representación de lo real, la pintura deviene el vehículo de una crítica política y social.
“ El Autodidacta”, es el artista que se ha instruido por si solo, y que va a intentar comprender, descifrar e informar sobre el mundo y sus realidades múltiples que la conforman. La traducción personal que realiza el artista autodidacta será desde ya compleja y problemática en su pretensión de querer abarcarlo todo, porque su posición está invertida con respecto de la norma artística académica. El autodidacta no busca un nuevo sentido ni para la pintura, ni para su obra, lo que él busca, modestamente, es re-significar, lo real de una pintura o un dibujo, a través de la inconmensurable proliferación de imágenes existentes, que se desprenden de una confusa realidad.
ResponderEliminarEl no artista se retrasa nomas
ResponderEliminarSobre la obra. (Trabajos de los últimos siete años).
ResponderEliminarSe trata de una realización compuesta de innumerables partes, las que en su totalidad conforman una sola obra, una sola pintura. La proposición en el espacio donde se suscita el trabajo, su montaje, es la de una pintura fragmentada que articula, al menos, dos posibles miradas: desde lejos, la visión de un solo cuerpo de trabajo, una suerte de composición abstracta de gran envergadura que confirma el hecho de que toda pintura puede ser, a través de su extensa maleabilidad, un objeto plástico. Desde cerca, el detalle, por una parte, la constatación de la materialidad de cada uno de los fragmentos, y por otra, los innumerables dibujos y pequeñas pinturas que informan sobre realidades diversas, las que en su mayoría apuntan a re-significar, lo real de una pintura o un dibujo, en contrapartida a la inconmensurable proliferación de imágenes existentes.
El arte contemporáneo es en sus términos un arte del presente. Su profunda originalidad es de no pensarse en la línea de una cronología que opone lo antiguo y lo moderno, en una visión progresista, sino que considerar eso que hace acto de arte, aquí y ahora. En este contexto, la fotografía las prácticas de instalación, la perfomance, aproximan muy de cerca esta instantaneidad, esta contemporaneidad entre el acto artístico, su público y la sociedad en la cual se produce. En este tiempo real, el lugar de la pintura es difícil a determinar y a falta de ser pensada, ella es a menudo tratada aparte, sea como un arcaísmo, un plano de fondo, sea como un espacio autónomo y visionario, un horizonte. Esta separación se sostiene por una parte debido a que la pintura tiene siempre un pasado, ella es abiertamente o implícitamente parte de una historia abundante. Por otra parte, en sus “técnicas”, la pintura no es jamás a propósito de un objeto o de un sujeto real, sino que de una abstracción de ese sujeto o de este objeto que se desvanece en el pigmento o en el color. En la masa taciturna de una pintura que acampa sobre sus posiciones tradicionales y reivindica su saber-hacer al diapasón de un discurso demagógico denigrando la diversidad de otras practicas algunos pintores se han despegado. Practicando una pintura abierta y múltiple, ellos juegan un rol activo en la comprensión ensanchada de una contemporaneidad que se apoya a menudo restrictivamente sobre una relectura ideológica de la obra de Marcel Duchamp, para fantasmear la escena primitiva del arte contemporáneo como un ready-made generalizado, celebrando neciamente la “muerte de la pintura”.
ResponderEliminarPivoteando en torno al eje del presente, la pintura es simultáneamente plano de fondo y horizonte, diferido ligero o anticipación que permite precisamente organizar y evaluar el transcurso difuso del tiempo contemporáneo. Las mas bellas horas de Marie-Claire Mitout, dos series de 365 pinturas, comparan dos años durante los cuales la artista ha pintado, cada día “ el mejor momento de la vigilia” : una palabra, una idea, un color, un lugar, un encuentro. No se trata de un diario como aquel de Nan Goldin, constatación fotográfica de lo que ha sido, sino que de una fotografía mental del presente, tejido de impresiones y de promesas, una trama fluctuante de instantes organizados por el deseo o el pensamiento donde la pintura es el único modo de visibilidad posible; contracampo del realismo exterior, ella organiza y compone el espacio de un realismo interior.
ResponderEliminarLa pintura genérica transgrede todas las funciones o sentidos definidos que limitan su pluralidad en el marco de una ley o de una regla externa al género. En los grandes mapas de Boetti, la representación de los territorios se estructura por el cuadro (que organiza el espacio) y en el color que permite al poder, a través de su bandera, acceder a la visibilidad. Pero la pintura en su gratuidad, sugiere también que todo esto no es “nada”, un juego de colores arbitrarios; es por esto que Boetti inscribe los colores de las banderas en cortes mas o menos exiguos de los países, donde las formas y las fronteras son precisamente la consecuencia de un corte factual cuya legitimidad es la conquista y la razón última, la fuerza. Develando lo arbitrario de toda representación de lo real, la pintura deviene el vehículo de una crítica política y social.
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