Esta constatación de una multitud de posiciones artísticas adquiridas como virtuales llama a un comentario. O bien el artista es, en la edad contemporánea, una figura en crisis, incapaz de ser estable, de definirse en términos de posición, figura sometida desde entonces a la variabilidad y a lo errante en términos de actitud: un artista que no será en adelante jamás el mismo sino, mas bien, un efecto de la época, un accidente. O bien el artista encarna ese optimus de la representación intima donde vendría hacer prueba su capacidad para adoptar una apariencia proteiforme: un despliegue, una multiplicación de la figura haciendo del artista un personaje omnipresente, activo sobre todos los frentes, apto a ocupar cualquier lugar sobre el escalafón social. La respuesta a esta doble interrogación, deliberadamente, se quisiera reservada: en la ocurrencia, la multiplicidad de situaciones, que no tiene igual que aquella de las estrategias, prohíbe tranzar.
Todo cuanto el hombre expone o expresa es una nota al margen de un texto totalmente apagado. Más o menos, por el sentido de la nota, extraemos el sentido que iba a ser el del texto; pero queda siempre una duda, y los sentidos posibles son muchos.
Esta constatación de una multitud de posiciones artísticas adquiridas como virtuales llama a un comentario. O bien el artista es, en la edad contemporánea, una figura en crisis, incapaz de ser estable, de definirse en términos de posición, figura sometida desde entonces a la variabilidad y a lo errante en términos de actitud: un artista que no será en adelante jamás el mismo sino, mas bien, un efecto de la época, un accidente. O bien el artista encarna ese optimus de la representación intima donde vendría hacer prueba su capacidad para adoptar una apariencia proteiforme: un despliegue, una multiplicación de la figura haciendo del artista un personaje omnipresente, activo sobre todos los frentes, apto a ocupar cualquier lugar sobre el escalafón social. La respuesta a esta doble interrogación, deliberadamente, se quisiera reservada: en la ocurrencia, la multiplicidad de situaciones, que no tiene igual que aquella de las estrategias, prohíbe tranzar.
ResponderEliminarTodo cuanto el hombre expone o expresa es una nota al margen de un texto totalmente apagado. Más o menos, por el sentido de la nota, extraemos el sentido que iba a ser el del texto; pero queda siempre una duda, y los sentidos posibles son muchos.
ResponderEliminar