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29 abril, 2009

9 comentarios:

  1. Ouch!

    Y en ese momento él sintió cómo alguien sacaba el tapón de su vida, y él giraba en un remolino espiralado hasta entrar bruscamente por el tubo del caño pensando "mierda, esto me pasa otra vez", no porque nunca le interese a nadie, sino porque las veces que él dijo la frase a alguien no entran en su estadística, que es una estadística de lo propio, de lo íntimo, una estadística-de-yo que sólo le permite este registro en el que la visión de los otros devuelta se liga con otras miradas confusas. Y mientras baja mojado por las tuberías se dice "pintaré". O peor, aún: "escribiré".

    Y cae en el desagüe de sus talentos.

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  2. ¿SOY UN SER HUMANO!!!

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  3. “ En este periodo por un lado seguro de “travesías”, de avalancha de proposiciones sucesivas, asistimos a intentos de denunciación de toda una serie de prácticas estéticas e ideológicas y al repliegue del mundo del arte hacia formas de restauración (...) Yo quisiera comprender como y porqué las cosas se conectan y cuales son sus matrices (...). Si veo detrás mío, me doy cuenta que muchas veces reaccioné_ y quisiera continuar así_ de modo disonante con las tendencias en curso. Necesito sentirme libre en lo que concierne la vida artística, busco escaparme del trabajo cotidiano de la producción para interesarme en aquello que me rodea, sobre todo para desbordar los limites mas que inventar nuevos.”

    Mauricio Nannucci



    Lo que transpira a través de esta observación del artista Mauricio Nannucci: es una impenitente capacidad del artista para resistir a los códigos; el deseo mayor de una posición.

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  4. El Artista Contemporáneo tal como el mismo: del Problema de la Definición al Multitípo.

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  5. “Todos conocemos a los bartlebys, son esos seres en los que habita una profunda negación del mundo. Toman su nombre del escribiente Bartleby, ese oficinista de un relato de Herman Melville que jamás ha sido visto leyendo, ni siquiera un periódico; que, durante prolongados lapsos, se queda de pie mirando hacia fuera por la pálida ventana que hay tras un biombo, en dirección a un muro de ladrillo de Wall Street; que nunca bebe cerveza, ni té, ni café como los demás; que jamás ha ido a ninguna parte, pues vive en la oficina, incluso pasa en ella los domingos; que nunca ha dicho quién es, ni de dónde viene, ni si tiene parientes en este mundo; que, cuando se le pregunta donde nació o se le encarga un trabajo o se le pide que cuente algo sobre él, responde siempre diciendo: Preferiría no hacerlo.”

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  6. “Es propio de la psicosis poner en funcionamiento un procedimiento que consiste en tratar la lengua corriente, la lengua estándar, de forma que ´ restituye y que suene ´ a una lengua original desconocida que tal vez sería una proyección de la lengua de Dios, y que arrastraría consigo todo el lenguaje”.

    Gilles Deleuze, “Bartleby o la fórmula”, Op. cit., p. 103

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  7. “Escribir indudablemente no es imponer una forma (de expresión) a una materia vivida. La literatura se decanta más bien hacia lo informe, lo inacabado… Escribir es un asunto de devenir, siempre inacabado, siempre en curso, y que desborda cualquier materia vivible o vivida. La escritura es inseparable del devenir; escribiendo, se deviene-mujer, se deviene-animal o vegetal, se deviene-molécula hasta devenir-imperceptible.”


    Gilles Deleuze, “La literatura y la vida”, Op. cit., p. 11.

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  8. “No se escribe con las propias neurosis. La neurosis, la psicosis no son fragmentos de vida, sino estados en los que se cae cuando el proceso está interrumpido, impedido, cerrado. La enfermedad no es proceso, sino detención del proceso. (…) Igualmente, el escritor como tal no está enfermo, sino más bien es médico, médico de si mismo y del mundo. El mundo es el conjunto de síntomas con los que la enfermedad se confunde con el hombre. La literatura se presenta entonces como una iniciativa de salud: no forzosamente el escritor cuenta con una salud de hierro (se produciría en este caso la misma ambigüedad que con el atletismo), pero goza de una irresistible salud pequeñita producto de lo que ha visto y oído de las cosas demasiado grandes para él, demasiado fuertes para él, irrespirables, cuya sucesión le agota, y que le otorgan no obstante unos devenires que una salud de hierro y dominante haría imposibles. De lo visto y oído, el escritor regresa con los ojos llorosos y los tímpanos perforados. ¿Qué salud bastaría para liberar la vida allá donde esté encarcelada por y en el hombre, por y en los organismos y los géneros? (…)

    sino más bien es médico, médico de si mismo y del mundo. El mundo es el conjunto de síntomas con los que la enfermedad se confunde con el hombre. La literatura se presenta entonces como una iniciativa de salud: no forzosamente el escritor cuenta con una salud de hierro (se produciría en este caso la misma ambigüedad que con el atletismo), pero goza de una irresistible salud pequeñita producto de lo que ha visto y oído de las cosas demasiado grandes para él, demasiado fuertes para él, irrespirables, cuya sucesión le agota, y que le otorgan no obstante unos devenires que una salud de hierro y dominante haría imposibles. De lo visto y oído, el escritor regresa con los ojos llorosos y los tímpanos perforados. ¿Qué salud bastaría para liberar la vida allá donde esté encarcelada por y en el hombre, por y en los organismos y los géneros? (…)

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  9. ... Y cae en el desagüe de sus talentos, en este particular caso quisiera consultar un Psicoanalista, un fanático de Sigismund Schlomo F.

    Y en este otro ...médico de si mismo y del mundo... quisiera ser actor y decir -como "Humbertito"- ahh!! ya caché, toda esta cuestión es: arteTERAPIA. (Es decir, estamos todos enfermos?)

    Humbert Anonymity

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