Así se llamaba el programa que comenzaba con una voz en off presentando el nombre de su conductor –Enrique Bravo-Menadier-. Enrique Bravo Menadier introducía luego el concurso donde tres personas simulaban ser uno de ellos, el verdadero “Yo”. La competencia consistía en que un jurado relativamente célebre descubriera, a través de preguntas que los competidores respondían con una bien preparada seguridad autobiográfica, quién decía la verdad, quién se representaba mejor a sí mismo (o al otro, según el caso). Casi al terminar el programa, el conductor invitaba a comerciales: ahí otro señor, Justo Camacho, -debo reconocer en esta parte que puedo estar incluyendo un programa diferente, pero para lo que me interesa da lo mismo-, presentaba durante un minuto exacto un curioso mercado de objetos eléctricos para uso doméstico:
- una plancha, - un timbre con sonido de pájaro, - interruptores diversos, - un calentador de camas, - etc.,
profiriendo durante ese tiempo veloz una breve lección sobre las cosas del mundo: - quién descubrió la tumba de algún faraón egipcio, - a qué temperatura hierve el agua en el Polo Norte, - quién inventó el sistema métrico decimal, - cómo sabe el elefante dónde ir a morir.
Al volver de comerciales, Enrique Bravo Menadier planteaba la pregunta decisiva, en medio del gong de la orquesta en vivo:
Porque si usted tuviese UNA respuesta, señor X, probablemente estaría muerto, sería una estatua o una bella -o no- fotografía, en cuyo caso merecería sin duda un timbre con sonido de pájaro.
Debe ser por eso, señor X, que sólo dictaminaremos quién es REALMENTE usted, o quién ha sido, cuando estemos labrando su epitafio.
Quién soy yo.
ResponderEliminarAsí se llamaba el programa que comenzaba con una voz en off presentando el nombre de su conductor –Enrique Bravo-Menadier-. Enrique Bravo Menadier introducía luego el concurso donde tres personas simulaban ser uno de ellos, el verdadero “Yo”. La competencia consistía en que un jurado relativamente célebre descubriera, a través de preguntas que los competidores respondían con una bien preparada seguridad autobiográfica, quién decía la verdad, quién se representaba mejor a sí mismo (o al otro, según el caso). Casi al terminar el programa, el conductor invitaba a comerciales: ahí otro señor, Justo Camacho, -debo reconocer en esta parte que puedo estar incluyendo un programa diferente, pero para lo que me interesa da lo mismo-, presentaba durante un minuto exacto un curioso mercado de objetos eléctricos para uso doméstico:
- una plancha,
- un timbre con sonido de pájaro,
- interruptores diversos,
- un calentador de camas,
- etc.,
profiriendo durante ese tiempo veloz una breve lección sobre las cosas del mundo:
- quién descubrió la tumba de algún faraón egipcio,
- a qué temperatura hierve el agua en el Polo Norte,
- quién inventó el sistema métrico decimal,
- cómo sabe el elefante dónde ir a morir.
Al volver de comerciales, Enrique Bravo Menadier planteaba la pregunta decisiva, en medio del gong de la orquesta en vivo:
“Señor X: ¿QUIEN ES REALMENTE USTED?”.
El comentario anterior pertenece a Robert Olive
ResponderEliminarSeñor X: ¿Quién es REALMENTE usted?
ResponderEliminarPorque si usted tuviese UNA respuesta, señor X, probablemente estaría muerto, sería una estatua o una bella -o no- fotografía, en cuyo caso merecería sin duda un timbre con sonido de pájaro.
Debe ser por eso, señor X, que sólo dictaminaremos quién es REALMENTE usted, o quién ha sido, cuando estemos labrando su epitafio.
Mientras tanto, sírvase vivir.